Pronunciamiento
El nuevo rumbo trae bajo el brazo su propia crisis
El gobierno golpista y usurpador de Federico Franco, y el gobierno golpista de Horacio Cartes, ambos autores intelectuales del desfalco a las arcas del Estado, no tienen la más mínima intención de resolver la profunda crisis económica, política y social de nuestro país, más bien están dispuestos a profundizarla.
Franco vació las arcas del Estado paraguayo que hoy no puede pagar a tiempo a funcionarios públicos, jubilados y pensionados; utilizó dinero público para la última campaña electoral del PLRA y sus aliados, no tiene recursos para cumplir sus compromisos con las familias beneficiarias del programa Tekoporâ, pese a que en Abril recibió 3.300.000 dólares de donación del gobierno de Taiwan; endeudó al país a través de los denominados “bonos soberanos”, bonos cuyos “beneficios” la ciudadanía desconoce y, además, no tiene recursos para cumplir con los compromisos en el marco del Programa de Atención a la Tercera Edad. Pero no sólo se encargó de dilapidar los recursos del Estado, sino también hoy tiene el descaro de no atender los legítimos reclamos del gremio docente que, por ejemplo, exige al Ejecutivo la remisión al Parlamento de un pedido de ampliación presupuestaria con el objetivo de brindar salario mínimo a docentes de alfabetización, el pago de beneficios por maternidad, el cobro del 97 % de sus aportes jubilatorios, en síntesis, sencillamente reclama el cumplimiento de derechos adquiridos y no privilegios, recibiendo como respuesta del ministro de Hacienda Manuel Ferreira que no remitirá el pedido de ampliación presupuestaria y que el pedido se puso a consideración del “gabinete de transición” de Horacio Cartes, quien ya manifestó que tampoco recomendará la ampliación presupuestaria, dado que uno de los objetivos del gobierno Cartes es darle el golpe de gracia a la organización sindical. Ante la movilización de las organizaciones de docentes, antes que brindar garantías y respetar el derecho a la huelga de los trabajadores y trabajadoras, el gobierno intenta declarar la huelga como ilegal y comenzará, de hecho, a descontar compulsivamente los salarios de los huelguistas, buscando poner en contra de los docentes a la ciudadanía, representada por padres y alumnos.
Horacio Cartes no tiene la más mínima intención de elevar la presión tributaria hacia el sector sojero, sector que históricamente fue beneficiado por exenciones impositivas, promoviendo y apoyando el impuesto a la ganancia y no a la exportación, brindando un nuevo privilegio a los barones de la soja y favoreciendo la evasión fiscal. Cartes modificó su posición inicial luego de la presión que ejercieron las multinacionales y las grandes empresas del agronegocio. El “nuevo rumbo” no plantea en realidad nada nuevo, sino la aplicación de la vieja receta neoliberal, teniendo al régimen de maquilas como su caballo de batalla para intentar sofocar la crisis laboral generada por la cada vez más creciente migración del campo a la ciudad, régimen que trae consigo la flexibilización y precarización laboral y la caída del salario. Por otra parte, plantea disminuir la presencia del Estado, lo que trae implícito reavivar el proyecto de privatización de las empresas públicas, y la industrialización que se impulse será controlada por las empresas transnacionales. El gobierno de Cartes se encontrará en una encrucijada ya que buscará implementar un modelo empresarial, neoliberal, utilizando un partido acostumbrado a un modelo populista, prebendario y corrupto, que ha sostenido al Partido Colorado durante décadas. En relación a la situación actual en el MERCOSUR, antes que buscar salidas políticas a la crisis, se decanta por la peor de las alternativas, aliándose directamente con el imperialismo norteamericano y europeo, imperialismos que han repartido crisis y miserias para nuestro continente y para el mundo, impulsando una campaña de falsa soberanía, dado que la ANR en particular, y las clases dominantes de nuestro país en general, son culpables de dar golpes certeros a la soberanía entregando recursos genuinos del Estado paraguayo (soberanía territorial en el caso de las tierras públicas y la expulsión del campesinado hacia la ciudad, soberanía energética en el caso de la represa de Itaipú, soberanía alimentaria en el caso de las semillas transgénicas y varios otros ejemplos) a empresas multinacionales que hoy extraen recursos naturales, capitales y explotan la mano de obra. En suma, esa falsa soberanía es la soberanía del capital, de los sojeros, de las multinacionales, de las mafias y el narcotráfico, por sobre la soberanía popular, es decir, la soberanía nacional vinculada a las grandes mayorías de nuestro país.
Tanto el gobierno que se va como el que llega son los autores intelectuales del quiebre del proceso de cambios. Ofrecen las mismas recetas que han hundido al Paraguay por años en una profunda crisis y no dan ninguna señal que indique un interés en resolver las grandes desigualdades y conflictos sociales, como la injusta distribución de la tierra como los casos emblemáticos de las tierras de Barbero, Laterza Cue, Marina Cue, Ñacunday, ni hablar de las 8 millones de hectáreas de tierras malhabidas ni las irregularidades en la tenencia y la evasión impositiva de las más de 4 millones de hectáreas vinculadas al agronegocio. Más bien resuelven y seguirán resolviendo las crisis profundizando la represión, la persecución, la prisión y el amedrentamiento a través del aparato judicial-fiscal-policial y poniendo al servicio de los intereses de la clase dominante todo el aparato burocrático del Estado para desgastar cualquier intento de los sectores sociales organizados que buscan el respeto de sus derechos y nuevas conquistas en el marco de la democracia.
La resolución de estas crisis no vendrá ni por el lado del gobierno corrupto y vaciador de Franco, ni por el lado del gobierno del imperialismo y los barones de la soja de Cartes. Esta crisis se dirimirá por la vía de las movilizaciones, de las huelgas, de las ocupaciones, de la organización y de la lucha permanente del pueblo, en la resistencia y en la confrontación al modelo económico, político y social.
El “nuevo rumbo” es, en realidad, una vieja crisis irresuelta por las clases dominantes que hoy cierran filas en torno al proyecto de restauración conservadora. Un “nuevo rumbo” que trae bajo el brazo no precisamente soluciones ni respuestas, sino su propia crisis, esa que nunca pudieron resolver ni la ANR, ni el PLRA.
Asunción, 31 de julio 2013.-
DIRECCION NACIONAL